Contribución invitada: “Credibilidad de los bancos centrales y resiliencia institucional”

Contribución invitada: “Credibilidad de los bancos centrales y resiliencia institucional”

Hoy nos complace presentar una contribución escrita por Christopher A. Hartwell (Escuela de Administración y Derecho ZHAW, Suiza) y Pierre Siklos (Profesor Emérito de la Universidad Wilfrid Laurier; y Escuela de Asuntos Internacionales Balsillie, Canadá).


Un artículo de los dos, que se publicará próximamente en Revista Internacional de Banca CentralArgumenta que los bancos centrales con desempeño deficiente –en particular, aquellos que continuamente incumplen sus objetivos inflacionarios– no sólo socavan su propia credibilidad, sino que también socavan la calidad institucional de un país. Por lo tanto, al preguntar: ¿Qué daño puede causar un banco central con mal desempeño? La respuesta es: bastante, en realidad. Esta conclusión tiene ramificaciones de largo alcance para el desarrollo institucional, lo que lleva a una menor resiliencia económica general.

Desde que la política de autonomía de los bancos centrales se extendió por todo el mundo, las autoridades monetarias han desempeñado, dirían algunos, un papel enorme a la hora de determinar la trayectoria de la economía de un país. Dada esta importancia, planteamos la hipótesis de que el desempeño de un banco central puede tener una influencia sustancial no sólo en el desempeño de la economía sino también en la fortaleza de sus instituciones. Por ejemplo, las caídas a corto plazo en la credibilidad del banco central, una variable de flujo, implican una caída paralela en la rentabilidad general. confianza La confianza se deposita en los bancos centrales, y la variable que se mueve más lentamente es la confianza en los valores bursátiles. Si esta confianza comienza a disminuir en el banco central, existe el potencial de degradar las instituciones de un país en términos más generales. Unas instituciones más débiles se traducen en una menor resiliencia institucional en una economía. Pensamos en la resiliencia como la capacidad de un país para soportar shocks, potencialmente de tipo económico y político.

Para cuantificar esta relación, construimos un índice de resiliencia institucional que abarca factores económicos (por ejemplo, extensión de los derechos de propiedad, grado de apertura al comercio y las finanzas, y flexibilidad de los tipos de cambio) y políticos (por ejemplo, democracia, restricciones ejecutivas y la tamaño fiscal del gobierno). Este índice captura atributos que deberían estar correlacionados positivamente con la resiliencia, aparte del tamaño del gobierno, que debería estar correlacionado negativamente (un gobierno grande tiene poco margen de maniobra ante shocks). Los gráficos a continuación ilustran nuestros hallazgos sobre la resiliencia económica y política (el índice varía de 0 a 1) para grupos de países seleccionados, aunque hemos generado estos índices para cada uno de los más de 90 países individuales en nuestro conjunto de datos (que representan más del 80% de la población mundial). PIB). Si bien nuestros datos se remontan a la década de 1960, no es hasta la década de 1990 que la gama más amplia de variables consideradas está disponible de manera consistente para países fuera de las economías avanzadas. Como se muestra a continuación, en las décadas de 1990 y 2000 se ha observado un aumento global de la resiliencia de los bancos centrales, aunque hay una variación considerable a lo largo del tiempo y las brechas entre los grupos de países mostrados muestran menos signos de convergencia al final de la muestra que a principios de la década de 1990. Siguen existiendo brechas en la resiliencia política en toda la muestra considerada y hay una caída marcada para los países del G7 a partir de 2015, anterior a la pandemia y los acontecimientos recientes. El G7 estuvo entre los más resilientes políticamente a principios de los años noventa.


Figura 1: Resiliencia económica. Las puntuaciones más altas implican mayor resiliencia

Figura 2: Resiliencia política. Las puntuaciones más altas implican mayor resiliencia

Comparamos este índice con una medida de la eficacia del banco central, que consta linealmente de tres componentes separados. En primer lugar, comparamos el desempeño de inflación de un banco central con objetivos establecidos (en el caso de las metas de inflación) o con un objetivo implícito (un promedio móvil de cinco años de resultados inflacionarios), en el caso de los bancos que no tienen un objetivo establecido previamente. En segundo lugar, creamos una medida de la incertidumbre de la política monetaria, midiendo la divergencia de los resultados de inflación y producción con respecto a las previsiones. Por último, medimos el grado de desfase entre el desempeño de inflación de un país y el del mundo.

Utilizando el método generalizado de momentos (GMM), técnicas de selección de modelos y una estimación de proyección local a partir de un VAR, encontramos que cada disminución porcentual en la credibilidad de un banco central corresponde con una caída promedio del 3,6% en la resiliencia institucional de un país desde la década de 1990. En pocas palabras, cuanto más pierde confianza un banco central al no cumplir con sus objetivos de inflación o al desviarse de las tendencias globales, más daño causa a la resiliencia institucional general de un país en particular.

Las ramificaciones de esta investigación ponen de relieve una vez más que la autonomía del banco central puede conducir a mejores resultados en materia de inflación, pero un banco central puede seguir aplicando políticas deficientes o ser ineficaz incluso cuando se controla la independencia. Un banco central con mejor desempeño, es decir, uno que se centre principalmente en la estabilidad de precios, es mejor para una economía; más importante aún, dado que los bancos centrales desempeñan un papel institucional tan importante en una economía, la calidad institucional general de un país también puede depender de qué tan bien se desempeñe un banco central. Si bien nuestros resultados se basan en indicadores imperfectos, hemos intentado, dentro de las limitaciones de la disponibilidad de datos, establecer la sensibilidad de nuestros resultados a los cambios en la definición, los cambios en los períodos de muestra y las fuentes de datos. Nuestros principales hallazgos siguen siendo sustancialmente sólidos en todas las técnicas de estimación empleadas.


Esta publicación fue escrita por Christopher Hartwell y Pierre Siklos.

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