Los Juegos Olímpicos, triunfo de la ambición, sacan a Francia de su abismo
Incluso los saltos en las pruebas ecuestres olímpicas eran obras de arte meticulosamente elaboradas. En los jardines del Palacio de Versalles, los jinetes sorteaban vallas que imitaban el Arco del Triunfo, la Torre Eiffel, los bistros parisinos, calles con un caballo en su nombre como el Passage du Cheval Blanc y una vidriera de Notre Dame.
Francia, que aspiraba a grandes objetivos para los Juegos Olímpicos de París (peligrosamente altos, pensaban muchos), no estaba dispuesta a clavar simples postes en el suelo y pedir a los caballos y a sus jinetes que saltaran esos obstáculos en la antigua residencia de los reyes.
La ambición francesa sin concesiones marcó los extraordinarios 16 días de los Juegos Olímpicos, un milagro de planificación y ejecución detalladas que costó unos 4.800 millones de dólares. Francia llegó a los Juegos sacudida por dos rondas de elecciones legislativas inesperadas que desembocaron en un impasse político. Saldrá de ellos con esos problemas sin resolver, pero con una nueva confianza en sí misma.