El pleno de China debe ofrecer acciones y no consignas rutinarias

El pleno de China debe ofrecer acciones y no consignas rutinarias

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El escritor es profesor en la Universidad de Cornell, miembro senior de Brookings y autor de ‘El futuro del dinero

El estado de ánimo en China es desalentador. Los indicadores del sentimiento interno y externo — consumo de los hogares, inversión privada y entradas de capital extranjero — han sido anémicas. Los valores de las propiedades Sigue cayendo Y el mercado de valores está en crisis, lo que refleja y alimenta la sensación de que la economía no tiene rumbo y que el gobierno no comprende la gravedad de la situación o no tiene un plan para frenarla, o ambas cosas.

El Tercer pleno La semana próxima se celebrará la reunión del Comité Central del Partido Comunista Chino, una importante reunión que normalmente establece una hoja de ruta para las políticas económicas en cada ciclo de cinco años. Se esperaba que el gobierno estableciera una agenda política clara y reformas específicas, además de ofrecer estímulos a corto plazo para apoyar el crecimiento. Esas esperanzas podrían verse frustradas.

El primer ministro chino, Li Qiang Hablé recientemente El presidente habló de cómo abordar los síntomas y las causas profundas de los problemas actuales, pero no ofreció muchos remedios. Sin duda, el pleno emitirá declaraciones rutinarias sobre más reformas y apertura, que caerán como un estruendo si el gobierno no logra revitalizar las reformas orientadas al mercado.

El gobierno se resiste al clamor por estímulos monetarios y fiscales por temor a crear riesgos financieros y aumentar su carga de deuda. Para impulsar la economía después de la pandemia, Pekín emitió una cantidad considerable de bonos gubernamentales de largo plazo para financiar infraestructura y otros gastos. El banco central ha relajado moderadamente la política monetaria, pero el crecimiento del crédito sigue siendo débil. Las empresas privadas no están ansiosas por invertir en un entorno incierto.

El gobierno también ha estimulado la producción en determinadas industrias, algo en lo que una economía dirigida suele ser buena. El apoyo ha impulsado sectores como la energía verde y los vehículos eléctricos, lo que se ajusta al objetivo de modernización tecnológica de la industria manufacturera.

Conseguir que los hogares consuman más, cuando su confianza está por los suelos y ven cómo sus viviendas y sus inversiones en bolsa pierden valor, Ha demostrado ser una propuesta más difícilEl enfoque en la fabricación intensiva en capital a gran escala ha crecimiento limitado del empleouna mayor restricción del consumo. Como el consumo se queda atrás del aumento de la capacidad de producción, presiones deflacionarias están demostrando ser persistentes. Mientras China intenta La exportación es la solución a sus problemas, tensiones comerciales con otros países están aumentando, aumentando el pesimismo.

La ambivalencia del gobierno hacia el sector privado y su abierta hostilidad hacia los empresarios exitosos también han dañado la confianza. Los empresarios están dispuestos a asumir riesgos a cambio de la perspectiva de obtener grandes recompensas. Ese cálculo se ve trastocado si se limitan los rendimientos, lo que reduce el dinamismo del sector privado y frena la innovación.

El sistema bancario parece sólido, pero no está canalizando recursos hacia los sectores más productivos de la economía. Los bancos tienen pocos incentivos para prestar a las pequeñas y medianas empresas, incluidas las del sector de servicios. La mejora de los incentivos, junto con un desarrollo más amplio del mercado de capitales, es una prioridad fundamental.

Los gobiernos locales están bajo presión financiera. Representan una gran parte del gasto total, mientras que el gobierno central recauda la mayor parte de los ingresos fiscales. Este modelo, que ya estaba roto, se ha vuelto insostenible a medida que la caída de los valores inmobiliarios reduce los ingresos de los gobiernos locales por la venta de terrenos. Mientras tanto, el gobierno central ha aumentado las responsabilidades locales, incluida la gestión de las consecuencias de los fracasos de los promotores inmobiliarios.

Los problemas actuales de China son tanto cíclicos como estructurales, y se necesitan medidas en múltiples frentes. El estímulo no es una panacea, pero puede ser una parte importante de la solución. La transición desde los motores tradicionales del crecimiento, como la inversión inmobiliaria, llevará tiempo y la economía necesita apoyo durante ese proceso.

Un buen comienzo sería un respaldo fiscal dirigido a los hogares más pobres y medidas para fortalecer la red de seguridad social. Sin embargo, un estímulo sin un plan de reformas fiscales y financieras más amplias, así como medidas para reconstruir la confianza de las empresas privadas, no servirá de mucho.

El gobierno chino parece tener un conjunto claro de objetivos económicos, entre ellos reequilibrar la economía hacia los servicios y una mayor productividad de la industria manufacturera, dejar de lado el sector inmobiliario como motor clave del crecimiento y estimular el consumo de los hogares. Ahora necesita articular un plan concreto para alcanzar esos objetivos, proporcionar un anticipo con algunas medidas de reforma específicas y lubricar el proceso con estímulos bien focalizados. Sólo entonces mejorará el ánimo nacional.

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