Ley de Muphry sobre edición y corrección de textos

Ley de Muphry sobre edición y corrección de textos

John Bangsund parece haber acuñado el término La “Ley de Muphry” en su columna “Escenas de la vida editorial” en Boletín informativo de la Sociedad de Editoreses (Marzo de 1992). Escribe:

La Ley de Muphry es la aplicación editorial de la más conocida Ley de Murphy. La Ley de Muphry dicta que (a) si escribes algo criticando la edición o la corrección de estilo, habrá algún tipo de error en lo que has escrito; (b) si un autor te agradece en un libro por tu edición o corrección de estilo, habrá errores en el libro; (c) cuanto más fuerte sea el sentimiento expresado en (a) y (b), mayor será el error; (d) cualquier libro dedicado a la edición o al estilo será internamente inconsistente.

Como uno de sus varios ejemplos:

El editor de la traducción al inglés de la Biblia de Jerusalén (Darton, Longman & Todd, Londres, 1966) no da las gracias a su corrector, pero sí enumera a los “principales colaboradores en la traducción y la revisión literaria”, entre ellos personas tan eminentes como J. R. R. Tolkien y James McAuley. Mi copia no es sólo una primera edición, es una copia que salió antes de que se detuviera la imprenta para corregir un pequeño error en el capítulo 1 del Génesis: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Ahora bien, la tierra era un vacío informe, había oscuridad sobre el abismo y el espíritu de Dios se cernía sobre el agua”.

Como editor jefe del Journal of Economic Perspectives, corrijo cientos de páginas cada año y vivo con especial temor a los errores tipográficos que no detecta el corrector ortográfico, porque la versión incorrecta es, no obstante, una palabra real. Tengo pesadillas profesionales con artículos económicos que tratan sobre las “finanzas públicas en Estados Unidos”.

Sin embargo, cuando mi profundo y permanente amor por la corrección de textos está en su punto más bajo, siempre puedo encontrar consuelo en las palabras de Ambrose Bierce, quien en El diccionario del diablo (1906) ofreció esta definición:

CORRECTOR DE PRUEBAS, n. Malhechor que expía el hecho de que un escrito sea absurdo permitiendo que el cajista lo haga ininteligible.

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