Maya Angelou, autoedición y ser editada

Maya Angelou, autoedición y ser editada

El producto final de la poeta y escritora Maya Angelou (1928-2014) suele ser exquisito, y parte de su genialidad es su cuidado del lenguaje. A continuación, un comentario sobre la autoedición y la edición extraído de una entrevista de 1990 con George Plimpton (PAGReseña de Aris“Maya Angelou, El arte de la ficción, n.º 119, número 116, otoño de 1990).

Escribo por la mañana y luego vuelvo a casa a mediodía y me ducho, porque escribir, como sabéis, es un trabajo muy duro, así que hay que hacer una doble ablución. Después salgo a comprar (soy una cocinera seria) y pretendo ser normal. Me hago la sensata: «¡Buenos días! Bien, gracias. ¿Y tú?» Y vuelvo a casa. Me preparo la cena y, si tengo invitados, pongo las velas y la música bonita y todo eso. Después, cuando se han retirado todos los platos, leo lo que he escrito esa mañana. Y, la mayoría de las veces, si he escrito nueve páginas, puedo ahorrar dos y media o tres. Ese es el momento más cruel que se conoce: admitir realmente que no funciona. Y ponerle lápiz azul. Cuando termino unas cincuenta páginas y las leo (cincuenta páginas aceptables), no está tan mal. He tenido el mismo editor desde 1967. Muchas veces me ha dicho o me ha preguntado a lo largo de los años: «¿Por qué usarías un punto y coma en lugar de dos puntos?». Y muchas veces a lo largo de los años le he dicho cosas como: Nunca más volveré a hablar contigo. Para siempre. Adiós. Eso es todo. Muchas gracias. Y me voy. Luego leo el artículo y pienso en sus sugerencias. Le envío un telegrama que dice: Vale, tienes razón. ¿Y qué? No vuelvas a mencionarme esto. Si lo haces, nunca más volveré a hablarte. Hace unos dos años lo estaba visitando a él y a su esposa en los Hamptons. Estaba al final de una mesa de comedor con una cena de unas catorce personas. Al final le dije a alguien: Le envié telegramas a lo largo de los años. Desde el otro extremo de la mesa dijo: ¡Y los he guardado todos! ¡Bruto! Pero la edición, la propia edición, antes de que la vea el editor, es lo más importante.

Recuerden, esta cita es solo la de Angelou, no la de Angelou después de una rigurosa revisión personal. Como persona, no estoy seguro de poder pedirle a Angelou que cambie ni siquiera un signo de puntuación; como alguien que ha trabajado como editor durante varias décadas, aunque sea para una revista académica de economía, confieso que no podría evitar ofrecer sugerencias.

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